Les traigo parte de un artículo que publicó el Cronista sobre algunos mitos y leyendas de nuestro país. Espero les agrade. Hasta la próxima.
De Norte a Sur del país hay cientos de mitos y leyendas que no trascienden pequeñas localidades. Entre otras creencias habituales, es común escuchar hablar del Lobizón, persona que se convierte en un perro grande o lobo los días martes y viernes, y que se alimenta de osamentas. Es tan fuerte la creencia de la gente que más de uno ha sido señalado como Lobizón o asegura haberlo visto.
También del Yasy-Yateré, especie de niño rubio que sale a la siesta y roba las criaturas pequeñas; del Negrito Pastorero o Negrito de los Pastoreos, que ayuda a encontrar las cosas perdidas, al que luego como premio se le tira un cigarro, que seguro desaparece. O se le prende una vela en algún lugar medio escondido y alejado de los sitios más transitados de la casa o en el patio.
YASY-YATERÉ
Si se visita la zona del Litoral, es posible que algún gaucho cuente sobre la existencia del Pitayovai, un genio maligno con aspecto de indiecito sin dedos en los pies que habita arriba de los árboles del Alto Paraná en espera de que alguien pase para tirarse encima y devorarlo.
PITAYOVAI
En Tucumán recomiendan no salir de noche en el campo, porque en cualquier momento puede aparecer la Mulánima, una mujer-caballo que galopa haciendo un ruido metálico como si arrastrara cadenas, echa fuego por la boca y los ojos, y mata a la gente a mordiscones o a patadas. Para defenderse se debe repetir tres veces: «Jesús, María y José».
En el nordeste argentino y en Jujuy, la mala de turno es La Umita. «¡Es un alma en pena!», aseguran. De apariencia horrible (cabeza de hombre con abundante cabellera, ojos desorbitados y tremenda dentadura), flota en el aire por las noches, gimiendo, llorando y provocando el terror entre quienes tienen la triste suerte de encontrarla.
LA UMITA
También en la región se habla de un genio protector de los animales, especialmente de las vicuñas y los guanacos: el Yasnoytay. Protege a los cazadores pobres que cazan para alimentarse, y castiga a los que cazan sin necesitarlo. Aparece muchas veces transformado en animal o en persona para hacer tratos con los paisanos.
En Entre Ríos, habitada antiguamente por la nación Minuana, se conserva también una leyenda, sobre la reencarnación del alma de un hombre en un tigre negro. En Misiones está el Curupí, un individuo antropófago representado con grandes bigotes que anda en cuatro pies y con un miembro viril de tamaño exagerado.
También se lo describe como un enano robusto con los pies dirigidos hacia atrás, por lo que le es difícil trepar y andar. En Neuquén, sobre todo en los caminos que parten de San Martín de los Andes a Chile y del lago Lácar hacia Huahum, existen ciertas piedras que los indios llamaban melimilla (cuatro oros) que tienen cavidades naturales aprovechadas por los viajeros para depositar pequeñas ofrendas en bolsitas que contienen azúcar, sal, yerba, pan, y a veces monedas. Se cree que la piedra tiene en su interior el alma de un brujo aprisionada y que como es de naturaleza perversa, el caminante debe brindarle tributos; la ofrenda se completa con un rezo.
CURUPÍ